martes, 4 de junio de 2013

¡MI HERMANDAD VOLVIÓ!

De vuelta a la rutina de nuestra vida, me gusta hacer... ¿balance? de lo que ha sido este peregrinar con mi Hermandad para encontrarnos con la Señora y celebrar con Ella Pentecostés.

A mucha gente le escucho que ha sido "un rocío atípico" y, me pregunto qué querrán decir. Me duele lo que escucho porque, finalmente, muchos me dicen que el tiempo ha estado raro, que ha habido menos gente que otros años, que había muchas casas en la aldea cerradas, que hacía mucho frío... Y es entonces cuando me pregunto... ¿a qué han ido? ¿es que no han visitado el Sagrario en la ermita y han estado con la Virgen un ratito, al menos, todos los días de su estancia en la aldea? ¿no han celebrado la venida del Espíritu Santo? ¿no han orado y alabado a nuestro Bendito Simpecado?... ¿A qué han ido entonces?.

Es normal que se hable del tiempo, pero... ¿siempre de lo mismo? ¿Acaso no hemos disfrutado al estar todos los hermanos unidos? ¿No nos hemos sentido llenos de Amor por la Madre de Dios? ¿No hemos recibido a Jesús en la celebración de la Eucaristía? ¿No hemos alabado a María Santísima rezando el Santo Rosario?

¡Dios!... ¿a qué hemos ido? Deberíamos reflexionar sobre nuestra condición de rocieros y rocieras. Profundizar en nuestras creencias, en nuestra Fe, y, entonces, estoy segura, ya no diríamos que ha sido un rocío atípico, sino una Peregrinación donde ha reinado la unión entre los hermanos, donde se nos ha llenado el pecho, el corazón de todo el amor que la Madre nos ha derramado, donde nuestras gargantas se han unido a las del Padre Barral para alabar a la Madre de Dios cuando se acercó el lunes a saludar a nuestro Simpecado. Todo esto y, mucho más, es lo "atípico" que para mi es el Camino y el Rocío, porque cada año necesito esa inyección de vida que me da el Espíritu Santo para poder caminar y gritar a los cuatro vientos mi Fe, mi Amor a Jesús y a su Madre.
 
PEPA SOSA SOSA