Llegaste, Virgen Santísima del Carmen, cuando el mar lo era todo para Isla Cristina.
Una mar que te tiene por patrona, ese mar del que Tú tanto sabes y cuyo reino te reconoció ya San Simón Stock en su famosa plegaria":
Flor del Carmelo, viña florida,
Esplendor del cielo, Virgen fecunda, singular.
¡Oh Madre tierna, intacta de hombre,
A todos tus hijos, proteja tu nombre,
Estrella del Mar!
Fue sólo un lustro después de tu llegada cuando un viejo isleño, José Milá, pidió ser enterrado delante del azulejo que en la fachada de su casa había mandado colocar con tu figura, justo frente por frente del caño de la Cruz. ¿Te acuerdas cuánto te quería? Fíjate si era así, que el azulejo, renovado hoy, se conserva todavía.
Habló de los azulejos que se crearon en su honor a lo largo de la historia que aún se conservan. anécdotas procesionales "Luego, más tarde, aparecen los primeros datos de la Hermandad, Tu Hermandad, y, ¿cómo no?, vinculada por completo al mundo del mar. Un hermano mayor, un capitán de almadraba, un secretario, un salazonero.
Anécdotas de procesiones, muchas, ¿pero recuerdas aquella del año veinticinco cuando el hermano mayor tuvo que dejarte? Había nacido su niña y, por supuesto, antepusieron al nombre pensado de Pilar, por su madrina, el tuyo de Carmen. ¡No podía ser de otro modo!"
Habló del pasado y presente y dijo: "La procesión hoy, es distinta, evolución de los tiempos.
Hace ya años, te embarcabas; luego, dejaste de hacerlo. Hoy vuelves al mar de forma acertada.
En mi mente, la de la niñez, la tarde de tu día sólo tendrá un recuerdo, procesión de señoras mayores, portando velas votivas envueltas en papel de plata.
¿Y tus marineros? Algunos, también mayores, de traje de domingo y escapulario al cuello.
No están hoy contigo, Madre, pero sabes que te quieren.
Lo sabes porque presides sus barcos desde el puente de mando, lo sabes porque a ti acuden en los momentos difíciles, lo sabes porque en el mar te protegen cubierta de plástico para que tampoco a su madre le pase nada. No están hoy, es cierto, pero te quieren.
¡Que no te quepa la duda!
No están, tampoco, las sirenas, desde los nuevos polígonos industriales es difícil silbar en tu honor; ni el largo recorrido, ni las calles de allá arriba".
Hizo mención a su segunda restauración ejecutada en la historia:
"Quisiera hablarte, también, Madre, de las impresiones vividas aquel lunes del pasado marzo, cuando, por última vez volviste a Sevilla. Los achaques de la edad no perdonan, y te llevamos a uno de los mejores hospitales posibles. Digo te llevamos, porque me cupo la suerte de escoltarte en el viaje.
Despojarte de tus galas de reina la noche anterior, prepararle su cunita de viaje al Niño, llegar y dejarte en ese sitio extraño…
¿Encontraste muy cambiada Sevilla? Han pasado cerca de tres cuartos de siglo desde tu última visita, aunque ahora todo es distinto.
Fíjate, en pleno proceso de esto que dicen memoria histórica, has ido a Sevilla no porque unos pobres bárbaros te destrozaran, sino entera y perfecta, para poder perdurar más entre nosotros y las generaciones de isleños que sigan. ¡Qué diferencia!
Hizo referencia a las ausencias, la distancia del emigrante, de la procesión extraordinaria en Huelva de 1995. finalizó diciendo: Madre, con una coplilla andevaleña, dedicada a la Santísima Virgen de la Peña Coronada, y donde sustituiré su nombre para regalártela a Ti:
Por los balcones del cielo,
Ven a la Virgen pasar,
Nuestros mayores y abuelos,
Y hasta la quieren llevar,
Como lo hacían en el suelo.
Agustín P. Figuereo, nos regaló algunos eslabones de la historia en un hermoso canto a la Virgen del Carmen.
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